Sobre todo para los que dais clase a los más pequeños, la magia permite no solo entretenerlos, sino conseguir su admiración y su asombro. Así que si ya para dar clase nos tenemos que convertir en showman, pues por un poco más hacemos magia… y cuando nos vuelvan a bajar el sueldo, subir las horas de docencia directa y nos amarguemos, al menos nos acordaremos de sus caras de asombro…cuando han visto desaparecer la moneda. Compartimos este articulo publicado en Eroski Consumer escrito por Cristian Vázquez… Y a aprender magia!!!

La magia tiene un especial atractivo, tanto para los adultos como para los niños. En el caso de los pequeños, es un estímulo para la mente y un aliciente para conservar el “pensamiento mágico”, esa capacidad que les permite creer que es posible adivinar lo que otro piensa o hacer desaparecer objetos. Además, es un modo barato de entretener a los niños. Una baraja, unos dados, incluso una moneda, son suficientes para sorprenderlos, pero, ¿cómo hacerlo? A continuación se dan cinco trucos sencillos para realizar ante niños y dejarlos un rato con los ojos bien abiertos.

Estimular el “pensamiento mágico” en los niños

La magia supone un gran estímulo para la mente y el espíritu y en los niños ayuda a conservar y desarrollar el “pensamiento mágico”
La magia es algo que, en general, atrae a todo el mundo. Casi cualquier persona -adultos, jóvenes y niños- en seguida siente entusiasmo cuando alguien avisa que realizará un truco, como hacer “desaparecer” un objeto, “adivinar” el pensamiento o lograr que un pedazo de tela “cobre vida” y “dance” para el auditorio. Existe, sin embargo, una gran diferencia en la manera en que una persona joven o adulta se enfrenta a un acto de ilusionismo a como lo hace un niño. Para el pequeño, las comillas de la frase anterior no existen: para él, el objeto en efecto desaparece, la tela cobra vida y baila y el mago, por supuesto, lee la mente. Basta observar su carita cuando presencian un espectáculo de ilusionismo para comprender la ilusión (en todos los sentidos de la palabra) que les hace.
La magia supone un gran estímulo para la mente y el espíritu. En el caso de los niños, ayuda a conservar y desarrollar el llamado “pensamiento mágico”, la capacidad de pensar como posibles cosas de las que luego -cuando crezcan y se vuelvan racionales, incrédulos, escépticos- descreerán. Y eso es muy positivo. Ya tendrán tiempo de darse de bruces con la razón: mientras puedan vivir en ese estado de pureza, lo deben disfrutar.
Una prueba de ese pensamiento mágico de los niños se obtiene al apreciar su reacción ante un determinado truco y compararla con la de un adulto. El ilusionista toma una moneda con una mano, sopla sobre ella y la moneda “desaparece”. Si un adulto toma esa moneda después, lo primero que hace es examinarla en detalle para intentar descubrir la manera en que el otro la escondió. En cambio, si la toma un niño, lo que hace es repetir el gesto: la toma en su mano y sopla, y se frustra un poco al descubrir que el milagro no ha ocurrido.
Por el mismo motivo, si el niño descubre el truco (es decir, se da cuenta de que el ilusionista ha empleado un juego de manos para generar un efecto), lo más habitual es que le diga algo así como: “Pero ahora me estás engañando, yo quiero que hagas la magia de verdad”. Y eso es porque cree que la magia de verdad existe.

Algunos trucos de magia para realizar ante niños

Existen muchísimos trucos de magia fáciles de aprender con los que se puede estimular el pensamiento mágico de los niños, divertirlos y hacerles pasar un momento agradable. A continuación, se describen cinco de ellos.
1. La moneda que desaparece. Para este truco hace falta una moneda, un pañuelo y usar una camisa, camiseta, polo o cualquier otra prenda con un bolsillo en el pecho. La ilusión consiste en sostener con una mano la moneda, de manera visible, y con la otra el pañuelo. El pañuelo se pasa en reiteradas ocasiones sobre la moneda, en un movimiento desde adelante hacia atrás. El niño puede ver cómo, tras pasar el pañuelo, la moneda sigue estando allí hasta que, después de una pasada, ¡deja de estar! La clave está en coger, en la última pasada, la moneda con la mano con la que se sostiene el pañuelo y, al llevar esa mano hacia atrás, soltar la moneda en el bolsillo. Así puede luego desplegarse el pañuelo y mostrar ambas manos, y la moneda no estará por ninguna parte.
2. Adivinar la carta en la que el niño está pensando. Este truco solo requiere una baraja de naipes.
  • Se toman 21 cartas y se distribuyen, con las caras hacia arriba, en tres filas de siete naipes cada una.
  • Para que el truco funcione, hay que repartir una carta por vez en cada fila, y no las siete de una fila seguidas y pasar luego a la fila siguiente.
  • Se pide al niño que piense en una carta y que la recuerde, pero sin decir cuál es: solo debe indicar en qué fila se encuentra.
  • Después se recogen las tres filas, con el cuidado de que la fila señalada por el pequeño quede en medio de las otras dos, y se vuelve a formar el mazo. El procedimiento de distribuir en tres filas, preguntar al niño en cuál está su carta y recogerlas se repite, del mismo modo, dos veces más.
Hecho esto, la carta que el niño haya elegido será la que ocupe el lugar del medio en el mazo, es decir, tendrá diez cartas encima y diez debajo. A partir de este momento, el mago puede elegir el modo más creativo para darla a conocer: decir que nota una energía especial, que le pesa más en la mano, colocar todas las cartas sobre la mesa cara arriba excepto esa que pondrá cara abajo, etc.
3. La suma de las caras de dados que no se ven. Basta con tener tres dados (normales) para poder realizar este efecto.
  • Se le entregan los dados al niño y se le pide que forme una pila con ellos, sin que el mago vea su colocación.
  • Cuando el mago ya puede mirar, dice que es capaz de adivinar cuánto suman todas las caras de los dados que no se ven (que son todas las que han quedado en posición horizontal excepto la de arriba del todo).
  • El cálculo es muy simple, si se conoce que la suma de las caras opuestas de un dado siempre es 7. Por lo tanto, los lados contrarios de los tres dados suman 21. Hay que restar a 21 el número que en la pila quedó hacia arriba (por ejemplo, si arriba quedó un 3, el resultado será 18) y se obtendrá la suma de las caras de dados que no se ven.
  • Esto también el mago lo puede ilustrar con la explicación de que puede ver a través de los dados, que hay un poder especial que le hace ver el resultado final, etc.
4. El vaso que atraviesa la mesa. Este truco puede ser un poco más difícil de realizar, pero, a cambio, impresionará más a los niños. Se necesitan un vaso, un trozo de papel y una moneda. Se coloca sobre la mesa la moneda, sobre ella el vaso boca abajo y con el papel se envuelve el vaso, de manera que lo cubra por completo y que, al arrugarlo sobre él, quede con su forma. Se levanta el recipiente envuelto en papel para que se vea la moneda y se la vuelve a tapar, y se repite este procedimiento varias veces. Hasta que de pronto, no se levanta el vaso sino que se aplasta el papel ¡y el vaso ya no está! Está la moneda sola y el vaso está debajo de la mesa: ¡la ha atravesado!
La trampa consiste en lo siguiente: en alguna de las ocasiones en que se ha levantado el vaso envuelto en papel para mostrar que la moneda seguía allí, se ha llevado el recipiente hacia atrás y, como el niño está muy concentrado en la moneda y en la explicación, no notará que el mago deja caer el vaso sobre sus piernas y que luego tapará la moneda solo con el papel (que mantiene su forma). Con la otra mano sostiene el vaso y lo hará aparecer, por debajo de la mesa, en el momento oportuno. Para garantizar el efecto, justo antes de aplastar el papel, puede simular que golpea la mesa con el recipiente: hará el movimiento solo con el papel, claro, aunque se escuchará el ruido del vaso contra la mesa… generado del lado de abajo.
5. Adivinar el número que el niño tiene en su mente. Este juego solo exige que el niño sepa sumar y restar, y lo dejará maravillado. Se le pide que piense en un número cualquiera del 1 al 10, pero que no lo diga en voz alta. Una vez lo tenga en su mente, se le dará una serie de indicaciones matemáticas: que le sume 4, le reste 3, le sume 9, le sume 2, le reste 5, etc. Los valores a sumar y restar son arbitrarios y pueden ser todos los que el mago desee, hasta la última indicación, que debe ser: “Ahora réstale el número que habías pensado”. Cuando el niño señala que ya lo ha hecho, el mago le dice el resultado del cálculo total. El pequeño dice que ha acertado, sin entender cómo lo ha hecho.
Es sencillo: el mago lleva la cuenta de las adiciones y sustracciones que él mismo ha indicado. No sabe, ni necesita saber, el número que el niño ha pensado, porque con la resta final lo anula, y lo que queda es lo que él haya indicado sumar y restar. Para explicarlo con un caso práctico: el pequeño piensa X, se le pide que le sume 8, que le reste 1 y que le reste X. El resultado será 7, y X puede ser cualquier número. Conviene, eso sí, tener cuidado de no pedir al niño que reste un número mayor al número que tiene en mente en ese momento, ya que lo más probable es que aún no conozca el concepto de números negativos.
Como se puede observar, estos sencillos trucos no solo estimulan el pensamiento mágico de los niños, también los motivan a practicar matemáticas y ejercitar la memoria. Más adelante, se les puede enseñar a realizar estos mismos trucos, lo cual también representará un estímulo para su inteligencia, su memoria y el pensamiento lateral, además de permitirles entretener a sus familiares y amigos.
¿Te ha gustado el artículo?
Call Now Button